Rosquetes de Coín
Receta de Reme Reina, Coordinadora recetario tradicional malagueña de La Carta Malacitana. puedes encontrar más recetas en su blog: https://lacocinamalaguena-alsurdelsur.blogspot.com

Como en toda receta tradicional, cada ingrediente cuenta. Pero en esta en particular, hay uno que merece especial atención: la miel.
No cualquier miel sirve. Es fundamental elegir una miel auténtica y de calidad, que esté claramente etiquetada como 100% miel, sin añadidos, sin colorantes, sin azúcares ni conservantes. Solo miel, tal como la elaboran las abejas.
La miel es un producto natural con un alto valor nutritivo y propiedades únicas. Sin embargo, en el mercado abundan productos etiquetados como “miel” que, en realidad, son mezclas adulteradas con jarabes de glucosa u otros azúcares, carentes del aroma, sabor y beneficios reales de la miel verdadera.
Por suerte, en Málaga contamos con un producto excelso: la Miel de Málaga, que ostenta la prestigiosa Denominación de Origen Protegida (DOP). Este sello no solo certifica su pureza y calidad, sino que también avala su origen geográfico y su proceso de elaboración tradicional.
En toda España existen solo seis mieles con DOP, y una de ellas es la de Málaga, lo que es motivo de orgullo. Esta denominación garantiza que las mieles provienen de colmenas situadas en un entorno natural privilegiado, con una flora característica, un clima mediterráneo y un saber hacer que se transmite de generación en generación.
Las mieles malagueñas se distinguen por su baja humedad y acidez, dos factores clave que les confieren una gran estabilidad y capacidad de conservación, ideales para su uso en repostería tradicional como los roscos alhaurinos.
Así que, al preparar esta receta, no escatimes: elige una miel con DOP Málaga. Tu paladar, tu salud —y la receta— te lo agradecerán.
Las ocho variedades de miel de Málaga con Denominación de Origen:
La riqueza de la apicultura malagueña se refleja en la diversidad de sus mieles, todas ellas amparadas por la Denominación de Origen Protegida “Miel de Málaga”. Esta distinción no solo garantiza su calidad, sino también su autenticidad y su vínculo con el territorio. Cada variedad posee características únicas, determinadas por la flora predominante en la zona donde las abejas liban el néctar.
Las ocho variedades de miel con DOP Málaga:
1. Miel milflores – Procedente de una amplia variedad de flores silvestres. De sabor equilibrado y muy versátil.
2. Miel de azahar – Suave y aromática, con delicadas notas florales provenientes del néctar de los cítricos.
3. Miel de romero – Clara, ligera y con un aroma herbal muy característico.
4. Miel de tomillo – Ámbar oscuro, con sabor intenso y aroma profundo. Muy valorada por su personalidad.
5. Miel de eucalipto – De tono ámbar y con un aroma persistente a madera mojada o bosque húmedo.
6. Miel de castaño – De color oscuro, sabor fuerte y un toque amargo que la hace inconfundible.
7. Miel de aguacate – Muy oscura, con matices tostados y un sabor suave pero singular.
8. Miel de bosque – También conocida como mielato, tiene un sabor complejo, menos dulce y muy aromático.
Si queremos darle un toque personal a la receta tradicional de los rosquetes de Coín, estas mieles nos ofrecen un abanico de posibilidades. Cada una aporta matices distintos de sabor, aroma y color, permitiendo reinterpretar la receta sin perder su esencia.
En esta ocasión, he optado por utilizar miel de romero, precisamente por su textura ligera y por ese aroma herbal que le caracteriza y por encontrarse en plena floración.

Ingredientes para 20 roscos:
2 huevos medianos.
150 g de azúcar.
180 g de miel de eucalipto.
5 g de bicarbonato.
130 g de aceite de oliva virgen extra variedad manzanilla aloreña.
500 g de harina de repostería.
5 g de canela molida.
Ralladura de un limón.

Preparación de la masa:
Colocamos los huevos y el aceite de oliva virgen extra en un bol grande. Batimos ligeramente hasta que se integren. A continuación, añadimos, la miel, el azúcar, el bicarbonato, la canela y la ralladura de limón, mezclamos bien hasta obtener una masa homogénea.

Incorporamos la harina poco a poco, mezclando al principio con una cuchara o espátula, y luego continuamos amasando a mano hasta conseguir una masa compacta y manejable. Este proceso no suele llevar más de 3 minutos. Si la masa queda demasiado blanda, podemos añadir un poco más de harina, pero con moderación (aproximadamente una cucharada más si fuera necesario), ya que la cantidad exacta puede variar según el tamaño de los huevos.


Cubrimos la masa con un paño limpio y la dejamos reposar durante 30 minutos, para que se relaje y sea más fácil de trabajar. Cubrir la masa evita que se forme una costra en la superficie.
Formado de los rosquetes:
Tras el reposo, tomamos pequeñas porciones de masa y las rodamos sobre la encimera hasta formar tiras alargadas. Unimos los extremos para dar forma al rosquete tradicional.
Como alternativa, también podemos estirar toda la masa con un rodillo hasta dejarla con un grosor de aproximadamente 1,5 cm. Luego, con la ayuda de un cortador redondo (tipo cortapastas o molde para donuts), cortamos los rosquetes y los vamos colocando sobre una bandeja de horno forrada con papel vegetal.


Horneado:
Precalentamos el horno a 250 ºC con calor arriba y abajo. Cuando introducimos la bandeja en la segunda ranura del horno (contando desde abajo), bajamos la temperatura a 200 ºC y horneamos durante 12 a 15 minutos, o hasta que los rosquetes estén dorados y cocidos. El tiempo puede variar ligeramente según el horno y el tamaño de las piezas.
Una vez listos, retiramos la bandeja del horno y dejamos enfriar los rosquetes sobre una rejilla.

Nota.- Se puede acompañar con huevo cocido y pan frito en aceite de oliva virgen extra.